6 feb 2013

"Acerca de cojones y mesas" por Omar Tuero

Navigando pola rede, às vezes atopas artículos de opiniom que a sua leitura é um "deleite" para o cerebro, este é o caso deste artículo do asturiano Omar Tuero que decidim colar acá em Abordaxe na sua lingua originária e que está recolhido da web Astrubulla, aguardo que gostedes de-le tanto coma mim:

Indignados sí...cabreados no lo bastante

Hace malo, es lunes y el fin de semana ha sido en el mejor de los casos regular, insustancial, otro domingo seguido de un nuevo lunes que solo parece prometer una semana gris y pasada por agua hasta que llegue de nuevo el viernes por la noche…..aunque a un parado, casi todos los días nos acaban pareciendo iguales y nos cuesta trabajo el distinguirlos.

Esta situación laboral tan común, me deja mucho tiempo libre que malgasto matando neuronas a base de alcohol en cualquier chigre pero, entre culete y culete, mientras ojeo algún periódico, también he podido dedicar buena parte de ese tiempo a escuchar.

Escucho y trato de sacar algún sentido a los murmullos que me rodean, son las típicas conversaciones de chigre, retazos de la vida de personas desconocidas que, en contraste con las charlas que puedo mantener de forma habitual con familiares y amigos, me abren unas ventanas, (muy pequeñas), a la realidad que vive mucha gente cuyo rostro ni siquiera reconoceré una hora más tarde.

Huelga decir que a pesar de que todo el mundo habla de temas personales, a los que no soy capaz de sacar mucho sentido, hace ya tiempo, mucho tiempo, que el tema estrella es, ¿cómo no?, la crisis que vivimos y el cómo nos afecta. Y por lo que parece, hoy día no se libra ni Dios.

Todos esos retazos de conversaciones que recibo más mal que bien, (mi oído ya no es lo que era), van siendo cada vez mas repetitivos, en ellos se alternan demasiado palabras como “paro”, “jodido”, “ere”, “apaño”, “emigrar”….en fin.

Lo mas reiterativo, sin embargo, no se da a la hora en que los que aún tienen trabajo toman el bocadillo, sino más tarde, (a las tres), cuando los comerciales y preventas están con el café después de comer y el telediario empieza a comentar, (dependiendo de la cadena de que se trate), las nuevas detenciones, escándalos de corrupción, imputaciones y demás porquería política del día, que salpican a todo el mundo que tiene o ha tenido que ver con el gobierno de este puticlub que es España, (ahora mismo no se me ocurre una comparación más agraciada).

Ahí… hay unos minutos de silencio mientras la TV descarga por ráfagas su muy editada información y, casi enseguida salen comentarios que, de un tiempo a esta parte, se repiten mucho y me descolocan, sobre todo cuando escucho cosas como:

“Yo es que no sé cómo la gente no sale a la calle…”

O bien

“Tendríamos que poner los cojones encima de la mesa y….”

Luego me fijo en quien parece haber lanzado la frase, solo por curiosidad, y al momento me tomo otro culete y trato de olvidarles. Como sabedor de lo que en este puticlub, (por España), vale el hablar en un chigre, (que de alguna manera hay que liberar tensiones), no doy importancia alguna a su exclamación, pero alguna vez sí que me imagino cómo sería el acercarme a su mesa y preguntarle al sujeto en cuestión si está libre el jueves que viene, o esa misma tarde, para ir a asaltar el cuartel de Contrueces y una vez asaltado, hacernos con armas y municiones suficientes con las que poder armar a un grupo aún mayor para asaltar el de Noreña, y con el armamento que se guarda allí, armar a un contingente aún más amplio de descontentos como nosotros, con los que iniciar una revolución que ponga a tanto malnacido en su sitio.

Pasando de largo del consabido problema de que, aún en el caso de que me respondiera con un “vamos pallá”, reuniéramos gente y de que aunque triunfáramos en los asaltos, no íbamos a disponer de munición suficiente para ajusticiar a tanto hideputa y de que además, muy pronto, posiblemente empezaríamos a derrochar la poca que tuviéramos utilizándola entre nosotros mismos, (por que nos conocemos), está la cuestión de que para empezar, hay que dar el paso de “salir a la calle” y después, llegado el momento, “poner los cojones sobre la mesa”….y parece que a pesar de la momentánea intención, cuando cada uno se pone a meditarlo algo más despacio, resulta que o bien para esa tarde está ocupado haciendo algo más importante o bien, no lo tiene tan claro como antes parecía.

Lo de “salir a la calle”, a lo mejor…. más o menos sí. Entre la crisis y el surgimiento de las asambleas y del 15-M, (realzados por todo lo que vomita la TV), a día de hoy ya no ocurre lo de hace años, cuando los que ya plantaban cara al sistema antes del 15-M, decían por entonces que esto era una dictadura encubierta, o que aquí no había libertades, o que nuestros gobernantes, (todos sin excepción), eran una panda de ladrones. Por aquel entonces, generalmente la gente más “normal” y nada politizada, acababa mirándote como si fueras un marciano o un radical peligroso, que no sabía reconocer que vivíamos en una democracia consolidada, donde había libertades y justicia. Eras a sus ojos, alguna clase rara de resentido social y tu problema era que follabas poco, (aunque alguno había que cubría el cupo de todos los demás).

La realidad que ha establecido la crisis ha terminado por imponerse y el fin del “café para todos”, ha terminado con esa libertad que teníamos, una libertad que se limitaba, (exclusivamente), a permitirnos trabajar por un salario cada vez más mísero mientras nos poníamos hasta el culo de alcohol, porros y perico, (por mencionar lo más común), o a endeudarnos de por vida con un banco. Esa fue toda la libertad que supo aprovechar demasiada gente, sin más. Y mucho cuidado con tener iniciativas sociales que pretendieran “alterar el orden constitucional vigente”, (o cosas parecidas), porque entonces te convertías en un peligro para la sociedad y todo lo que te pudieran echar encima, era poco. Y cuando ocurría, los demás pensaban que te lo merecías, por gilipuertas. Y que a ver cuando dejabas de soñar con cosas absurdas e irreales. Con lo bien que se estaba “sin meterse en nada”. Hoy día, mucha gente habrá como yo, que intente no descojonarse cuando algún conocido, de estos que acabo de mencionar ahora, venga a contarle sus penas y a decir que es una vergüenza y que le quedan 20 años por pagar….. o 5 para jubilarse y mierdas por el estilo.

Hoy día el que no participa, al menos sí parece tener claro que motivos y cierta obligación moral para salir a la calle, sí que hay, lo hagan ellos mismos o no. Sobre eso ya no hay demasiada discusión.

Pero está también lo de “poner los cojones sobre la mesa”, una expresión muy…castiza vamos a decir, (y algo inapropiada), que se utiliza para representar un acto en defensa de nuestras propias ideas, aceptando además con ello TODAS las consecuencias que esa postura pueda llegar a acarrearnos. Eso…ya…. lo tenemos algo mas crudo.

Es algo inapropiada porque igual que hombres, también hay mujeres que han demostrado ser capaces de “ponerlos sobre la mesa”, tanto o más que nosotros en el pasado y el presente, y por hacer mención específica de esa parte de la anatomía, pudiera parecer un término excluyente para ellas, (aún así sirve para entendernos).

Pero lo esencial, la razón por la que lo tenemos crudo, es porque a día de hoy, aunque haya cierta convicción de la necesidad de salir a la calle a protestar, mucha gente no está convencida de poder pagar, ni tampoco de querer pagar, el precio que la defensa efectiva de sus derechos requiere para que estos se mantengan y no sean recortados hasta hacerlos desaparecer en la práctica.

Yo…. no puedo culparles por ello, por no tenerlo claro, por dudar.

Si uno se para a pensarlo, en la situación de enfrentamiento que se vive en la actualidad entre buena parte de la población del puticlub y los chulos de la partitocracia que lo regenta, ni siquiera muchos de los que hacen de porteros del local, (esos mozos con cascos y porras que visten de azul), ni siquiera todos ellos tienen demasiado claro que quieran hacer ante nosotros el papel de cobradores por ese precio …. y mira que están entrenados, pagados y respaldados jurídicamente para ello por los chulos que lo manejan todo.

Lo digo, porque a pesar de todo ese aparato de protección que tienen para el desarrollo de sus funciones, siempre tienen buen cuidado de no relacionarse en exceso con la población que no conozcan de siempre, de no hablar en profundidad de su trabajo con gente que no sea de su gremio, de no llevar su número de placa visible cuando están trabajando, e incluso de taparse el rostro para que sus vecinos o familiares no les reconozcan cuando salen en la TV o en YouTube retratados “en plena faena”, (lo que era una verdadera costumbre nacional),y todo porque no quieren ver como su vida personal o la de su familia, resulta afectada por un ocasional “exceso de celo” en el desempeño de sus funciones o por haber sido lo bastante idiotas para haber acatado en una situación complicada, las órdenes verbales, (jamás por escrito), de algún superior que, llegado el caso, pueda llegar a sancionarles por ello y luego se olvide de buscarles un indulto por que se haya agotado ya su cupo anual. De momento, ellos siguen cobrando su nómina y cuando se ven enfrentados a alguna clase de conflicto moral en su trabajo, recitan la oración de que “es su deber” o “deben cumplir órdenes”, como si fuera un rezo y…bueno, lo que es a ellos les vale, aunque me da por pensar que el día que les recorten la nómina más de la cuenta, a lo mejor se descubre que en el fondo no eran “tan” creyentes en el sistema, (después de todo, muchos de ellos quisieron desempeñar ese oficio en particular, porque no tenían nada mejor a su alcance).

Si, como digo, entre ellos mismos hay muchos que no lo tienen claro, ¿cómo podemos esperar que alguien normal, con poca experiencia, sin protección institucional ni entrenamiento y tan inocente como en algún momento lo podamos haber sido cualquiera, tenga esa cuestión resuelta y pueda haber decidido si quiere pagar ese precio?.

Ese “precio”, resulta cada vez más elevado, y tiene importantes y muy negativas repercusiones sobre el patrimonio, la libertad y la salud de la gente que está dispuesta a hacer el pago, por que conviene tener presente que las movilizaciones en protesta contra las políticas gubernamentales de este gobierno o del anterior, ya suman millones en multas impuestas, muchos años en condenas de prisión y han causado incontables heridos, una generosa cantidad de tullidos y mutilados que han perdido la movilidad de una extremidad o un ojo, sin contar ahí a los muertos, los que fueron incapaces de enfrentarse a su situación personal y decidieron suicidarse y acabar con todo. También conlleva además, la necesidad de estar dispuestos a hacer algo que todos nosotros tenemos MUY reprimido en nuestro interior, más aún en las llamadas sociedades desarrolladas. Me refiero, al deseo de ser libres.

Vivimos en un puticlub que nos ha orientado hacia el consumismo toda nuestra vida, que todo lo cuantifica y a todo le pone precio. Donde se nos ha invitado a desprendernos de nuestra libertad y a abrazar diversas cadenas,(las hipotecas son las más gordas), que hemos llegado a lucir ante los demás clientes, igual que un aborigen luce sus abalorios tribales, (aunque los indígenas resultan mucho más dignos). Hemos intercambiado la libertad que teníamos por diversas propiedades, (piso, coche, vacaciones etc.), por un espejismo de posición social, (ser un cargo de confianza de los chulos), o por una aparente estabilidad, (¿quién no quería trabajar de lo que fuera en la plantilla del puticlub?), y aunque es de celebrar el cambio de actitud, también es triste que la mayoría solo haya sido capaz de reaccionar, no por una cuestión de convicciones morales, sino porque al no haber dinero ya para pagar cada ronda, muchos se han dado cuenta de que la caja del puticlub había sido mal gestionada en exceso y ahora, al haberse acabado la juerga, hay muchos que se plantean si deberían salir a la calle y atreverse a ser libres, porque ya no tienen dinero para otra copa mas.

El ser una persona libre, es….. algo similar a sumergirse en agua fría. Inicialmente la idea parece muy poco atractiva, (intimidante incluso), pero si damos el paso adelante y nos zambullimos en ella, pronto la sensación resulta indescriptible para nosotros….es embriagadora. Librarse de todas esas cadenas, ser capaz de tomar nuestras propias decisiones al margen de lo que las costumbres, las leyes o las mayorías sociales pretendan querer imponernos, es algo que nos aporta una enorme sensación de poder, porque solo cuando convertimos a las normas de la sociedad en irrelevantes, es cuando podemos llegar a ser verdaderamente honestos con nosotros mismos. Nuestra mente se agudiza, libre de telarañas que puedan enredarnos y nos permite ser y hacer lo que realmente deseamos.

Es entonces, cuando nos vamos dando cuenta de que, inicialmente, los chulos de este puticlub y la sociedad que habían construido, solo tenían en sus manos el poder que en algún momento nosotros decidimos entregarles y de que la libertad, podemos recuperarla.

Y es entonces también, cuando volvemos a la delicada cuestión del precio que tendremos que pagar por ello. Sacrificar, tal vez, lo que identificábamos con un hogar, todo prospecto de hacer carrera en el puticlub, (ya sea de puta o de contable), incluso muchas de las relaciones que podíamos aspirar a mantener con aquellos que no sean capaces de atreverse a dar el paso, porque muchos, no serán capaces de aceptar su incapacidad y que la identifiquemos. Cada recompensa y estímulo que antes se nos ofrecía en la sociedad, irán siendo más difíciles de alcanzar para nosotros.

Llegados a ese punto, (eso quienes hayan querido llegar tan lejos en sus reflexiones), supongo que habrá quienes hayan tomado ya su decisión y quienes dudarán y seguirán dudando, valorando si al final todo ese sacrificio podría valer la pena. Sobre cómo y de qué manera podrían descubrir si les apetece dar ese paso y en si serán capaces de asumir todas las consecuencias que conlleva el atreverse a empezar a ser personas libres, (lo de antes de los cojones y la mesa, vaya).

Por mi parte, yo me tomo otro culete, dándole vueltas a la que, (ya intuyo), será la decisión que acabaré tomando y mientras dejo el vaso, veo en la pantalla de la TV del bar, como el telediario muestra imágenes diversas de otras ciudades donde aparecen otros que ya se han decidido…y no puedo evitar el sonreír.

Colado por Edu

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