BAHÍA DE PASAIA, 25 ANIVERSARIO DE UN CRÍMEN DE ESTADO

El 22 de Marzo de 1984 una lancha fueraborda, amparada por las sombras de la noche, cruza furtiva el corto trayecto marítimo que separa Francia de la bahía de Pasajes de San Juan. Cinco militantes de los Comandos Autónomos Anticapitalistas se encuentran en su interior, la perra de uno de ellos les acompaña en esta ocasión en el siempre arriesgado paso clandestino de la frontera. Desde tierra una mujer les hace la señal convenida. Todo parece tranquilo. Ya han desembarcado dos y ahora se disponen a subir a tierra a la perra de Joseba cuando todo se ilumina de súbito y un grito corta la noche: ¡Alto policía! Acto seguido, y sin mediar el más mínimo segundo, un torrente de balas se desparrama sobre el improvisado embarcadero. Cuatro Autónomos logran tirarse al agua, el cuerpo del que resta queda tendido sobre la orilla, la perra, acribillada, descansa para siempre en cubierta . Veloces lanchas de la policía nacional descubren prontamente a los prófugos y los obligan a subir a tierra. De rodillas y con los brazos sobre la cabeza se les pregunta a cada uno su nombre, Joseba es apartado del resto, “tú eres el coronel” le dicen. Dos hombres con ametralladoras y otro con una escopeta, vestidos de paisano, se adelantan hasta los otros. “Vais a morir” son las últimas palabras que oirán antes del rugir de los disparos. Solo Joseba ( al que calificaron de coronel) y Rosa ( la chica que, por medio de las más aberrantes torturas, fue obligada a hacer de cebo en la emboscada) sobrevivieron a la masacre. Las armas que los autónomos portaban nunca llegaron a salir de las mochilas en las que estaban guardadas, lo contrario tampoco les hubiese servido de mucho. En los despachos de la cúpula del partido socialista de Euskadi se celebra la noticia: Enrique Casas, secretario de organización del PSOE y uno de los creadores de los recientemente formados GAL, asesinado un mes antes por los Comandos Autónomos, había sido vengado.
Una parejita que había acudido a las inmediaciones del lugar en busca de intimidad y que había sido retenida por la policía, aún a pesar de no ver nada (pues los retubieron cara al suelo tras de un muro), sirvieron de testigos auditivos: escucharon ¡Alto policía! y luego un abundante tiroteo. Así el crimen podía quedar impune.
Poco se recuerda a día de hoy de estos dramáticos acontecimientos, al igual que poco se recuerda de los Comandos Autónomos Anticapitalistas. Eran otros tiempos de los que ahora es difícil formarse una idea: las luchas sociales fruto del fin de la dictadura empiezan su lento declive, varias organizaciones armadas se disputan la hegemonía de la “liberación nacional vasca” ( ETA Militar y ETA Político Militar) y entre ellas (o quizá mejor dicho al margen de ellas) otra organización pretende funcionar como soporte armado de las luchas obreras autónomas (o sea, contrarias a partidos y sindicatos así como a vanguardias y jerarquías) que, desde la huelga salvaje que paralizó Vitoria durante dos meses en el 76, se desarrollan en fábricas y asambleas de Euskadi: C.A.A.
Con el asesinato de Casas en vísperas de las elecciones autonómicas los Comandos Autónomos querían responder a la creación del GAL por el aparato del estado (en manos del PSOE) y apuntar hacia los verdaderos responsables de la situación social (los políticos) en lugar de a las meras marionetas (los policías y militares) como acostumbraban a hacer ambas ETAs. Pero la respuesta del sistema democrático fue tan brutal, y el desprecio e indiferencia de los demás grupos armados tan injurioso y desmoralizante, que solo consiguieron acelerar su propio colapso y rubricar con su sangre el final de un corto período en el que todo era posible y la revolución parecía estar al alcance de la mano. La “transacción democrática” ni siquiera cambió los collares a todos sus perros, algunos mordían exactamente igual que antes.

Pincha aquí para descargar a entrevista (em audio) que a gente da rádio Kalimera fixo a Joseba Merino: http://www.akalimera.org/index.php?option=com_content&task=view&id=85&Itemid=1