Al reemprender el debate sobre la organización (tema siempre presente, nunca saldado, aunque existan quienes hayan encontrado la certeza en tal o cual modelo) no pretendemos señalar recetas mágicas (todo es cuestionable y susceptible de crítica) que nos ahorren el pensar y actuar, cuestionar, criticar y experimentar. Nos falta debate, acción y experimentación, nos sobran monotonías, certezas y modelos. Partimos del deseo de destruír lo existente y avanzamos tratando de indagar en los caminos que hagan posible la materialización de ese deseo, buscando el encuentro, en la palabra y la acción, con todos aquellos individuos insurgentes que mantienen viva la pasión de la libertad.
Siempre han existido dos tendencias visibles en lo que ha sido llamado movimiento revolucionario: la tendencia etapista y la tendencia insurreccional.
Una, la tendencia etapista, que conservando las "victorias" parciales pretende fijarlas como pelodaños ascendentes en la conquista del cielo. Esta tendencia se define en la práctica de la reivindicación como medio gradual de alcanzar transformaciones globales. Asumiendo la negociación social y posponiendo el enfrentamiento directo con el poder, fija sus perspectivas revolucionarias en el futuro, tratando de acumular en el presente el mayor número de adeptos a los cuales concienciar.
Esa tendencia se ha organizado históricamente en estructuras clásicas (partidos, sindicatos, etc.), las cuales pretenden erigirse en representantes, materiales o espirituales, no sólo de sus miembros sino de todo el colectivo de los explotados. La estructura clásica impulsa la "conciencia de organización", la pertenencia a un grupo homogéneo, por encima del individuo, del que se puede ser y con el cuál te identificas y te identifica. La estructura clásica reproduce aparatos burocrático. Tiene sus comicios decisorios, comités representativos y ejecutivos, y un entramado de protocolos, vicios y normativas. Simbólicamente, se concibe la estructura clásica como guardian de la sangre de los mártires, del pasado glorioso, de los principios inamovibles.
Las organizaciones pesadas son en si mismas conservadoras y tienden a preservarse en el tiempo a pesar de que las coyunturas que las hicieran surgir se hayan modificado. Su tiempo transcurre entre las reivindicaciones concretas como forma de proselitismo; en la permanente organización de la Organización, llegándose al máximo de complejidad posible; y, cuando no, en la eterna y estéril lucha política en su seno.
La tendencia etapista, al tomar forma en la organización pesada, nos muestra la burocratización, la delegación del individuo en el colectivo, el establecimiento de jerarquías difusas o regladas, la rentabilidad de la acción como valor de cambio, el militantismo como mercancía, la asunción de límites y programas mínimos, el reconocimiento del poder como mediador a través de la negociación... El principio de la derrota del "movimiento revolucionario" es la incapacidad de superar en la práctica insurreccional a sus propias organizaciones representativas que ejercen el papel de corsés.
En el "movimiento libertario" también se refleja la tendencia etapista. El modelo organizativo clásico se compuso a principios del siglo XX mediante el entramado: organización "de masas", organizaciones específicas, organizaciones de tipo juvenil, de mujeres, culturales... En el desrrollo de este modelo se enfrentan y complementan las dos tendencias enunciadas. Por un lado, se da la práctica reivindicativa de la tendencia etapista que consolida la estructura pesada y las nacientes burocracias. Por el otro, se producen explosiones insurreccionales que rompen el etapismo y superan a la organización pesada en un sentido positivo.
Otra es la tendencia insurreccional, que hace del presente el momento mismo de posibilidad revolucionaria. Ésta no se identifica con formas regladas de organización, sino que se extiende a través de la práctica del ataque directo al poder, sin admitir negociación, diálogo o intermediario alguno. Encuentra su razón de ser en la acción individual o colectiva de los individuos que se revuelven contra los aparatos de dominación. Su objetivo presente e inmediato es la destrucción de dichos aparatos.
Ésta tendencia surge en todos los momentos de lucha directa que superan la reivindicación y se hacen dueños de su propia existencia. Nacen en y desde el enfrentamiento, y tienen en é su sentido, generando situaciones concretas de destrucción de lo existente y creación de realidades autogestionadas. Es, en consecuencia, un movimiento difuso, mayormente tangible en los momentos álgidos de la insurrección popular, pero que perdura en los períodos de reflujo revolucionario en las mil y una formas que adquiere la revuelta cotidiana(sabotajes, expropiaciones,absentismo...).
Pistoleros, delincuentes, aventureros, provocadores, infiltrados..., son algunos de los adjetivos que tanto el poder como el "revolucionario etapista" dedican a los insurgentes y, aunque el etapista pueda admitir e incluso aplaudir la insurgencia lejana(en el tiempo o el espacio), no la aceptará en el aquí y ahora.
Por otra parte, la etiqueta "insurreccionalista", otorgada por unos y autoasumida por otros, no deja de ser mas que eso, una etiqueta que corre el riesgo de petrificarse en pseudoideología si no se profundiza en el ámbito teórico y práctico de la intervención insurreccional. Si de los debates surgidos de las prácticas insurreccionales sólo se valoran las formas, no tradarán en aparecer quienes suscriban un nuevo -ismo que les ahorre el pensar.
Además de las dos tendencias señaladas, que coexisten en el movimiento revolucionario, encontramos diferentes propuestas o tipos de organización. Anteriormente, al tratar el "etapismo", nos hemos referido a la organización clásica, pesada, buracratizada... En contraposición surge la organización informal. Ésta no se basa en estructuras clásicas, sino que se adapta al momento y a la voluntad de acción de los insurrectos, no supeditando sus deseos a la estructura y su programa.
La organización informal se da a través de la afinidad entre individuos y grupos, y tiene en ésta su nexo de unión. Su cohesión será tan fuerte como lo sea la pasión compartida por destruír el poder. No poseyendo órganos ni comicios de decisión , a esta se llega desde el encuentro, la comunicación, el debate y la acción.
La organización informal pese a quién afirma lo contrario, es organización, pero no es organización separada de las luchas, ni superior o guía de estas. Es parte consciente de la tendencia insurreccional del movimiento de los explotados y participe de las luchas sociales.
Queremos hablar también del federalismo tal y como nosotros lo concebimos, es decir, un federalismo insurrecto, antiburocrático (inorgánico, dirían algunos), lejano de los comités, secretarías y representantes, basdo en la coordinación, por complementaridad de deseos y prácticas, de diferentes individualidades o grupos de afinidad.
El federalismo anarquista que nos interesa es aquel que no resta autonomía ni al individuo, ni al grupo, pero que aporta posibilidades, ideas, y un marco donde ponerlas en común llevándolas a la práctica. Obviamente, el principio federalista tiene sus limitaciones, al igual que cualquier otro modelo organizativo puede tenerlas, pero pensamos que no es necesario insistir en que la federación no lo es todo en la vida de un individuo revolucionario y este, necesariamente, desarrolla sus afinidades y potencialidades también al margen de la federación. Es en estos otros otros espacios y momentos donde encontrará mil y una posibilidades diferentes con las que ampliar e intensificar su lucha contra el dominio. Es un absurdo que desde la informalidad se considere incuestionable el que toda forma federalista está condenada al estancamiento reformista o a la integración por parte del sistema, como que un federalista piense que fuera de su marco organizativo no hay "vida inteligente" y, mucho menos, revolucionaria.
Este federalismo, al que se suele incluír la idea de organización formal, dista de la organización en su funcionamiento interno(organización cerrada, asambleas decisorias, toma de acuerdos...). Los encuentros realizados por las organizaciones informales son semi-abiertos
(puede asistir todo aquel que se sienta identificado y afín). Las asambleas solo abren un marco en el que poder compartir, proponer y estrechar lazos, pero sin llegar a ser decisorias y sin que partan de un compromiso previo de acción y coordinación entre los participantes.
El federalismo anarquista podrá fijar el grado de formalidad o informalidad que les parezca oportuno a quienes lo formen, y es en la práctica (no sobre construcciones teóricas) donde se podré analizar su grado de efectividad y las posibilidades que ofrece. Muy a menudo, los terminos "organización informal" e "insurreccionalismo" se usan como sinónimos sin serlo. Por lo ya dicho, "formal" o "informal" hace referencia a una forma de organizarse y relacionarse con los demás compañeros con los que compartimos una afinidad, unas ideas y unas prácticas. Sin embargo, el insurreccionalismo es un método de lucha, hace referencia a una práctica: la práctica insurreccional, que para nosotros no es mas que la práctica directa y subversiva, sea individual o colectiva, pero sin ser dirigida ni por partidos, sindicatos, siglas o entes que no sean los propios implicados.
No vemos antagonismo entre federalismo e insurreccionalismo porque son términos que se refieren a cuestiones diferentes. El grado de formalidad o informalidad de un modo organizativo no es el determinante del grado de reformismo o insurreccionalismo de su práctica. Por todo esto, nosotros, escogiendo el federalismo como forma o marco de coordinación para la lucha y el ataque, y como herramienta para potenciar nuestras afinidades, deseamos encontrarnos con quienes del mismo modo u otro luchan contra la dominación, en la espiral de la guerra social, en la práctica insurreccional, anárquica y revolucionaria.
Existen formas dispares de actuar y diversos caminos que tomar, siendo imposible preestablecerlos sin caer en ficciones ideológicas.Si las viejas estructuras clásicas quieren anclarse en el sentido y la forma etapista hasta perecer, que ahí se queden. Nosotros nos veremos en la revuelta...
Seamos insurreccionales en la formalidad, formalmente incontrolados en la insurrección, o mejor, SEAMOS LO QUE QUERAMOS SER.
Texto sacado do libro Afilando Nuestras Vidas publicado pola xa disolta Federación Ibérica de Xuventudes Libertarias
1 jul 2011
Sobre la organización, el federalismo y la práctica insurreccional
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A verdade o texto aporta ideas moi interesantes que eu persoalmente terei en conta, recomendarei este texto pois paréceme xenial.
ResponderEliminarGran artículo que jamás me canso de leer, chapeau.
ResponderEliminarUn saludo desde Karcelona hermanxs.
ESTE TEXTO ME HACE MUCHA GRACIA, PERO ESTA EQUIVOCADISIMO EN CANTIDAD DE COSAS.
ResponderEliminar¿SOLAMENTE HAY DOS MANERAS DE ENTENDER LA ORGANIZACION? ¿NO SE PODIAN USAR LOS MISMOS ARGUMENTOS DE UNO (QUE NO FUNCIONA) PARA ATACAR AL OTRO?
SOLAMENTE ANIMAROS A LEEROS OTRA VEZ EL TEXTO , MIRAR VUESTRO REFLEJO EN UN ESPEJO Y DECIROS A VOSOTRXS MISMXS ¿CUAL FUNCIONA?
No entiendo éste último coment....
ResponderEliminarRespecto do texto, en ningún momento afirma que tan só existan dúas formas de entender a organización. O que di e que existen dúas tendencias especialmente visibles. Por outra banda hay un par de cousas no texto que non comparto, ou ben non entendo. Son as seguintes:
ResponderEliminar"Las asambleas solo abren un marco en el que poder compartir, proponer y estrechar lazos, pero sin llegar a ser decisorias y sin que partan de un compromiso previo de acción y coordinación entre los participantes."
Eu penso que has asambleas deben ser únicamente espacios para coordinar propostas concretas. E que por suposto parten dun compromiso previo, non ao contrario. Hay moita xente que vai ás asambleas simplemente a deixarse ver, escoitar, ou incluso a escoitarse a si mesmos, e pa iso tomamos un café.
"El grado de formalidad o informalidad de un modo organizativo no es el determinante del grado de reformismo o insurreccionalismo de su práctica."
Isto é totalmente falso, xa que un modo organizativo formal, implica inevitablemente visibilidade pública con portas de acceso tamén relativamente públicas. Non sei se me explico.
De todas formas y al margen de ese par de cosas que señalo, el artículo me gusta mucho, y me parece algo mucho mas concreto y sincero, que otras entradas que se leen por este blog.
ResponderEliminar"Isto é totalmente falso, xa que un modo organizativo formal, implica inevitablemente visibilidade pública con portas de acceso tamén relativamente públicas. Non sei se me explico. "
ResponderEliminarVaia tontería, resulta que ETA ten portas de acceso públicas... o que há que leer.
vai a ser que non , que non me expliquei ben...
ResponderEliminarde todas formas hay gente con la que no me molesto en perder el tiempo, vete a la playa!
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